"Cruceros de Roncesvalles", fotografía de D. José Ortiz de Echagüe

lunes, 28 de enero de 2013

SAN CARLOMAGNO, SIERVO DE DIOS Y EMPERADOR DEL SACRO IMPERIO


Carlomagno nació en el año 742 y se convirtió en rey de los francos el año 768. El Papa Adriano I lo proclamó rey de los lombogardos, tras derrotarlos Carlomagno en el año 774. Y en el año 785 derrotó a los sajones, haciéndolos bautizar. Carlomagno brilló como reformador de la Iglesia, convocando concilios, edificando iglesias y colegios.

Frente a la falsa y vulgar visión de una Edad Media cristiana sumida en la oscuridad y la incultura, la figura de Carlomagno se yergue como una temprana refutación de tan gran patraña: Carlomagno era lector de San Agustín y, convencido de la importancia de la cultura, la fomentó bajo su imperio, creando la Escuela Palatina de Aquisgrán y poniendo al frente de la misma a Alcuino de York en el año 782. Aquel centro de sabiduría recopiló el legado de San Isidoro de Sevilla, de Boecio, de Beda el Venerable y del poeta hispano Aurelio Prudencio y los amanuenses se aplicaban a copiar libros para atesorar los saberes de la antigüedad en su biblioteca. Para tan grandiosa empresa Carlomagno reunió a todos los hombres de cultura de la Cristiandad que acudieron a la llamada del Gran Monarca. Clérigos irlandeses como Juan Escoto Eriúgena, Clemente de Irlanda, Cruindmelo y Dungal; francos, como Adelardo de Corbie, Angilberto de Centula; italianos como Pablo el Diácono, Pedro de Pisa y Paulino de Aquilea; hispanovisigodos como Teodulfo de Orleáns; teutones como Eginardo. Carlomagno también mandó edificar la Catedral de Aquisgrán.

Empeñado en preservar la Cristiandad, acometió la campaña en el norte de España, para despejarla del peligro agareno y, a la postre, abriendo la franja que permitiría las peregrinaciones a Santiago de Compostela. El día de la Navidad del año 800 fue coronado y proclamado Emperador del Sacro Imperio Romano de Occidente, por el Papa San León III.

El antipapa Pascual III canonizó a Carlomagno en el año 1165. Pero el hecho de ser canonizado por un antipapa y las connotaciones cesaropapistas que se adhieren a la figura del gran Emperador impidieron que su culto se convirtiera en universal, aunque no obstante cabe destacar que hasta nuestros días, en algunas regiones de Europa, todavía se le tributa devoción. Es el caso de Estrasburgo, de Ratisbona, de Osnabruk, Aquisgrán, Aachen... Y en España el Reino de Navarra celebró la festividad de San Carlomagno hasta el siglo XVIII.

Tras su muerte, cundieron las leyendas entre sus súbditos que negaban su muerte física y hubo quienes vaticinaron que retornaría. Es uno de esos grandes Reyes Perdidos, cuyo regreso se anhela como fabulosa restauración del Orden y aplastamiento del mal. Así se les esperó a esos monarcas inolvidables y amados por sus pueblos, cuyas muertes dejaron a sus súbditos en orfandad: a Arturo se le esperó en Inglaterra, a Sebastián se le aguardó en Portugal, a Alfonso I el Batallador se le añoraba y esperaba su retorno en el Reino de Aragón. A Carlomagno se le espera en Europa entera. Y una leyenda afirma que duerme en el seno del Untersberg, la montaña mística.

Carlomagno es una figura grandiosa de la Historia de la Cristiandad. Y para esta Europa que ha olvidado sus raíces cristianas, Carlomagno siempre será algo más que un ideal: será un paradigma de gobernante, siervo de Dios.

San Carlomagno, ruega por nosotros.

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