viernes, 23 de noviembre de 2012

NIÑOS COBAYAS, ¿POR QUÉ?




de Francesca Bonadonna


Mientras arrecian las batallas políticas para recibir prestigio, fama y poder, los esfuerzos para incrementar el estrago de inocentes se vuelven cada vez más violentos por sentir inevitablemente el freno y los condicionamientos de un frente que está a favor de la vida sin tomarse tregua: lo demuestra un recurso presentado por la ONG International Planned Parenthood Federation European Network al Consejo de Europa, en Estrasburgo, sobre la ley 194, según la cual el gran número de médicos objetores de conciencia que se niegan a hacer lo que indubitablemente es un asesinato, no garantiza el derecho al aborto en Italia que para ellos viola de este modo el "derecho a la salud" de la mujer, consagrado en la Carta Social. Es por esta razón que los buenos resultados de las asociaciones pro-vida, con grandes repercusiones, asustan a sus enemigos y estimulan a una acción mayor. Así fue en Polonia, donde los activistas polacos de la Fundación Pro-vida han recogido 600.000 firmas a favor de un proyecto de ley para la prohibición de cualquier tipo de aborto en el país, tutelando al niño no-nacido desde el momento de su concepción. Según los últimos datos: "En 1993, el país aprobó una de las leyes de aborto más restrictivas del mundo occidental. Desde entonces, la tasa de los abortos se ha reducido notablemente: según la estimación del Ministerio de Salud se registró una disminución de los 82.000 abortos registrados en 1989 a 500 en 2008." (Varsavia news). 

De hecho no podemos soslayar que el siglo XXI, el siglo del progreso científico, ha dado la espalda a la investigación sana que trabaja en defensa de la vida. 

No se detienen frente a la masacre de vidas humanas, sino que se atreven a desafiar a Dios, autor de la ley natural que rige la existencia. La manipulación genética en continuo progreso pone a estas criaturas humanas abortadas bajo la secuencia y el muestreado, convirtiéndola en objeto de continuos experimentos que llegan a la abominación. Una nueva investigación médica ha demostrado que, debido al uso de células embrionarias de abortos en la producción de vacunas, se produce un aumento del fenómeno del autismo. Por no hablar de un nuevo estudio sobre anomalías congénitas que se manifiestan después de la fecundación in vitro.

En América, el Estado con una mayor difusión de la fecundación in vitro (IVF) es California, donde, después de usar estas técnicas, cerca del 10% de los niños nacen con malformaciones congénitas en los ojos, en el corazón y en el sistema genitourinario.

Esto es sólo una botón de muestra del escenario aterrador que se revela en el estilo de vida de quienes están sujetos a gobiernos que alimentan semejantes aberraciones con la promulgación de los programas que distorsionan la realidad, comprometiendo el estado natural, social y moral de la nación entera. Frente a esta alarma tan incesante como devastadora, la Iglesia no se da por vencida. El presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Timothy Dolan, haciéndose eco en la condena de estos procedimientos del Papa Benedicto XVI, lanza durísimas palabras contra el ataque del gobierno de EE.UU. que quiere obligar a las instituciones religiosas a violar su conciencia en las materias anticonceptiva y abortiva, contra la vida cristiana y el matrimonio natural.

"Lo único cierto es -afirma el Cardenal Dolan- que no nos rendiremos, no violaremos nuestra conciencia y no secundaremos una acción inmoral"; "en ese baile no hay reglas morales abstractas, sino que está en juego los cimientos de nuestra sociedad. Los ciudadanos de esta nación, especialmente nuestros niños, merecen algo mucho mejor". Para responder "al desafío profético de la protección de la vida humana, de la defensa del matrimonio y de la promoción de la dignidad humana, se necesita aprender a estar de rodillas ante Dios". Dolan ha exhortado encarecidamente a los Obispos a poner en el centro de toda acción a Cristo, como "única posibilidad de cambiar el mundo".

Fuente original: Campagna Voglio Vivere

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