viernes, 30 de noviembre de 2012

HOMENAJE A ROBERT NESNICK, PROPAGANDISTA DE FÁTIMA

Bob Nesnick y un amigo común, estadounidense de origen filipino: el Doctor J.

NUESTRO VIEJO AMIGO BOB NESNICK

Lo conocimos en Fátima, hace de esto muchos años. Su nombre era Robert Nesnick. Era estadounidense, creo recordar que sus antepasados eran polacos. Un hombre discreto, callado, que en las distancias cortas ganaba confianza y soltura. Tenía todo el aspecto de un hombre sabio que no quería parecerlo. Su vida se había desarrollado en Estados Unidos de Norteamérica, donde llegó a ocupar cargos técnicos en el gabinete del presidente (puede que me equivoque) Richard Nixon. De repente -según me contó personalmente él mismo- lo dejó todo. Se montó en un avión y se vino a Fátima.

En Fátima era un hombre ciertamente conocido. Toda su experiencia como publicista político la puso al servicio de una causa más alta, una causa santa: la propagación de la devoción a Nuestra Señora de Fátima y, en particular, la difusión de millones de estampas de una de los niños videntes de Fátima: Jacinta Marto. Me aventuro a decir que uno de los días más felices de la vida de Robert Nesnick fue la beatificación de Jacinta. El celo de propagandista que desplegó Bob Nesnick lo hizo famoso entre muchos peregrinos de Fátima hasta el punto de conocérsele como "Jacinta Bob". Perteneció al Ejército Azul y trabajó infatigablemente por la canonización de Jacinta.


Bob Nesnick vivía en Fátima, solitario como un ermitaño. Y hace muchos años pasamos unos días en Fátima, honrados con su compañía: paseamos, comimos, rezamos juntos y nos hicimos algunas fotografías. Aquellas fotografías hace tiempo que no sabía donde estaban hasta que, el otro día, revolviendo papeles aparecieron. No me había olvidado de Bob Nesnick, cuya vida siempre hubiera querido leer: ojalá hubiera escrito sus memorias.

Quise saber de él, pues hace tiempo que no sabía nada y buscando en internet he encontrado la noticia de su defunción: al parecer, murió en enero de 2012 y su cuerpo sin vida pasó dos semanas en el depósito de cadáveres del Hospital de Leiria sin ser reclamado por nadie.

Descanse en paz, Bob Nesnick. Beata Jacinta Marto tiene que haberle hecho un lugar en el cielo.


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