"Cruceros de Roncesvalles", fotografía de D. José Ortiz de Echagüe

martes, 13 de noviembre de 2012

DE LA CUNA AL PESEBRE



de Francesca Bonadonna

Una cuna que espera un nacimiento, un pesebre que acoge al Niño; la cuna y el pesebre están la una sobre el otro puestas en el mismo destino, la vida naciente, un astro en la gélida noche que calienta los desiertos del alma.
 
El Niño Jesús nace para dar a luz a los niños de todo tiempo y a cada uno de ellos dona una gota de su preciosísima sangre vertida sobre la vía del Calvario. Cada niño renacido de las tinieblas abre sus ojos a las primeras luces del alba, mientras inmerso en el lavatorio del Santo Bautismo, es elevado a hijo a Dios, concebido a su imagen y semejanza...
                      
Todo nacido, depositado en la candorosa cuna, lleva consigo el perfume de la ternura y los colores de la gracia; todo nacido es parte de un plan de salvación que abraza a la humanidad, a la Historia entera, la historia de cada uno de nosotros; todo niño concebido en las aguas maternas es una gota en el mar de los salvados que recorre la línea del tiempo.

Así como el "Belén de Greccio" (*) inauguró esta maravillosa tradición así la vida naciente tiene que ser el cauce de la Tradición que se proyecta en el futuro.                                                  

Alrededor del portal de Belén, los niños de cada pueblo aguardan con asombro angelical el nacimiento del Salvador, y exultan de admiración cuando el pesebre, en su larga espera, recibe al Niño Jesús. Cuántas vidas nacientes en la noche de Navidad pueblan el mundo y cuánta alegría se expande sobre las solemnes notas de la Gloria.

Éstos son los hombres de nuestro mañana, los restauradores de una sociedad que aroma incienso, los promotores de una civilización que debe ser construida sobre la roca y según la ley de Dios.
                       
El pesebre y la cuna, dos dimensiones aunadas en una realidad que representa la vida naciente, recurso de esperanzas y de certezas, las mismas que los enemigos de Dios odian y estorban a través de todos los medios.

¿Cuándo vendrán estas certezas a ser realidad? La Palabra de Dios responde y admniza:

El que por mí recibiere a un niño como éste, a mí me recibe”, pero “al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar". (Mateo 18,6).

http://www.associazione-vogliovivere.it/notizie/1259-in-attesa-del-santo-natale

(*) Nota: La piadosa tradición refiere que San Francisco de Asís, en el año de 1223, celebró en Greccio (La Umbría, Italia) el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y que, pidiendo licencia eclesiástica, dispuso para ello un pesebre donde se ofició la Santa Misa. El caballero Juan de Greccio aseguró haber visto, sobre el pesebre, a un niño hermosísimo. La tradición belenística se atribuye a esta Navidad de San Francisco de Asís. Más información, click aquí.

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