"Cruceros de Roncesvalles", fotografía de D. José Ortiz de Echagüe

miércoles, 25 de julio de 2012

ORACIÓN POR LA RESTAURACIÓN DE ITALIA

Hay momentos, Madre mía, en que mi alma se siente, en lo que tiene de más profundo, tocada por una nostalgia indecible.

Tengo nostalgia de la época en que, en la primavera de mi vida espiritual, yo os amaba y Vos me amábais. Tengo saudades de Vos, oh Señora nuestra, y del Paraíso que ponía en mí la gran familiaridad que tenía con Vos.



¿No tenéis también Vos, Señora, nostalgias de ese tiempo? ¿No tenéis nostalgias de la bondad que habitaba en aquél hijo que fui?

Venid, pues, ¡oh la mejor de todas las madres!, y por amor a lo que florecía en mí, restauradme: recomponed en mí el amor a Vos, y haced de mí plenamente aquel hijo sin mancha que yo habría sido, si no fuese tanta miseria.

Dadme, ¡oh Madre mía!, un corazón arrepentido y humillado, y haced brillar nuevamente ante mis ojos aquello que, por el esplendor de vuestra gracia, yo comenzara a amar tanto. Acordaos, oh Virgen Santa, de este vuestro David y de toda la dulcedumbre que en él poníais.

Pero no sólo por mí es que te ruego. Señora y Madre de Dios, sino también por Italia, mi Patria.

¡De cuántas gracias y favores la colmaste en el curso de los siglos! Y, sin embargo, mi corazón se siente lleno de tristeza y de congoja considerando las condiciones en que hoy se halla. Al pensar que esta península, donde su Divino Hijo se engastó como una joya de valor infinito en la Cátedra de San Pedro, estableciéndola en la Urbe de de Roma. La península sobre la que, por designio vuestro y vuestro Divino Hijo se posó la Santa Casa de Loreto; en cuya suelo vive un pueblo que le dio a la Iglesia y la Civilización Cristiana en Europa todo aquello que Italia ha dado... ¡Hoy se encuentra reducida a tristísimas condiciones!

¿Cómo no pensar, oh Madre, que cuando manifestaste Fátima vuestra tristeza por la condición del mundo de entonces y vuestra congoja por lo que sucediera en lo porvenir, si los hombres no hacían penitencia, Italia era una de las principales razones que os causaba tristeza y uno de los destinatarios de vuestra llamada al arrepentimiento?

Mientras tanto, las razones de vuestra tristeza por nosotros no se desvanecen, sino que se agravan, mientras nuestro espíritu de penitencia con el paso del tiempo ha ido disminuyendo, hasta llegar a una pobreza extrema como ésta en la que se encuentra actualmente.

Sin una intervención especial de la gracia sobre Italia, nada se puede esperar. Pero, en compensación, con esta intervención se puede esperar todo: esperanza para Italia, esperanza para Europa, la esperanza para el mundo.

La Providencia, de hecho, le ha dado los medios a nuestra nación para influir profundamente en todo el continente europeo, y Europa sigue siendo todavía hoy la gran tribuna desde la que el espíritu humano se vuelve hacia todos los pueblos de la tierra.

¡Qué gloria sería para Vos, señora, si Italia se convirtiera sinceramente y profundamente, con una conversión total que  usted hace una más familiar y más suave de cuanto lo ha sido, incluso en la época más áurea de su historia!

¡Oh Madre, tornad! ¡Reclama a Italia que vuelve a Vos! ¡Uníos cada vez más a Italia y unid cada vez más a Italia a Vos!

Si hace poco, oh Madre de misericordia, os pedí que me recuerdes como un David que un tiempo estuvo lleno de vuestra dulzura, de perdonarme y de reconstituirme en mi amor por Vos, haciéndome aquello que habría de deber ser, lo mismo le pido ahora por Italia.

Oh, Madre, acuérdate de Italia, nación predilecta de Vos y llénadla de tanta dulzura. Infúndele la nostalgia de Vos, pues estoy seguro que Vos tenéis nostalgia de ella; retornad pronto sin tardanza a Italia, a través del Reinado de vuestra gracia, transformadla en un gran instrumento de la restauración de vuestro Reino en el mundo.

¡Así sea!




Plegaria compuesta por Plinio Corrêa de Oliveira el año 1983. Para recitación privada.



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