¿La marcha de la vida? Un acontecimiento que definiría
extraordinario, un evento que se ha hecho realidad, una perspectiva de la vida
que se abre a la vida, una actuación concreta que nuevamente se realizará desde
el sur al norte con aliento más amplio; un acontecimiento que todos nosotros
deseamos, sin expectativas particulares, pero desde lo más profundo del corazón sólo
por la defensa de quien no tiene voz, por la defensa de los indefensos, por la
defensa de 5 millones de niños que nunca nacieron, pero que nos sustentan cada
día desde lo
alto. Si este acontecimiento fue, al principio, una utopía sin cotejo cierto y concreto, hoy es una realidad palpable que prefigura una línea de acción abierta a horizontes más vastos, los horizontes de la fe del soldado en batalla, que con fiereza y celo ruega, que lucha y avanza en su razón de existir, según los principios restauradores de una civilización aparentemente sumergida, pero que empieza a emerger secundando lógicas providenciales.
alto. Si este acontecimiento fue, al principio, una utopía sin cotejo cierto y concreto, hoy es una realidad palpable que prefigura una línea de acción abierta a horizontes más vastos, los horizontes de la fe del soldado en batalla, que con fiereza y celo ruega, que lucha y avanza en su razón de existir, según los principios restauradores de una civilización aparentemente sumergida, pero que empieza a emerger secundando lógicas providenciales.
¿Los resultados de este acontecimiento? Contra todas las
expectativas se han demostrado satisfactorios con el concurso de más de diez
mil personas, venidas de toda Italia y del extranjero; ¡Sí! Fuimos muchos y
cada uno con su lengua vernácula, pero unidos como una gran familia en un sólo
lenguaje, el del amor por la vida. No vamos a dejarnos intimidar ni desalentar
por la escasa y negativa cobertura que le hayan prestado los medios de comunicación,
posponiendo a los lugares comunes de las polémicas para desorientar y aturdir a
las masas esclavas del relativismo; todo eso cabe contemplarlo como un claro
síntoma de rebelión de la revolución ante una situación que se perfila como una
amenaza, por la velocidad con la que avanzaba imperturbable. Es una incesante
batalla de la vida contra la cultura de la muerte, una batalla que sólo verá su
victoria con la cohesión y el ánimo de manifestar públicamente nuestro
desacuerdo con las leyes que impiden la vida. Hoy más que ayer ha sonado la
hora de salir al descubierto, de tomar posiciones claras y nítidas, de experimentar
la fuerza del amor que sólo la vida concede.
Lo hacemos sentir, lo creemos firmemente, rogamos con
perseverancia, ensanchamos nuestros horizontes a partir de nuestro entorno, en
nuestras familias, damos más resonancia a esta perspectiva con nuestro
testimonio verdadero y fidedigno. La ley todavía puede persistir y mantenerse
sin alterar, pero si trabajamos sobre las conciencias y sensibilizamos cada vez
más con oportunas propuestas de formación, las leyes se quedarán en vagas
teorías sin aplicación alguna. Las iniciativas pueden ser de diferente tipo,
está en nosotros aunar los recursos de que podamos disponer, concordarlos en
una sinergia de propósitos que se articulen conforme a un programa dirigido,
cuyo resultado esté arreglado a lo que la Providencia ha inspirado hasta a hoy.
Es una etapa importante para la historia italiana en el
mundo y así debe ser entendida si
realmente se quiere reconstruir, sillar a sillar, con
perseverancia y sacrificio aquella
catedral a la que queremos pertenecer: la catedral del amor
según las leyes divinas, con sus rosetones, sus vidrieras, sus frescos, en un
todo de armonía y belleza arquitectónica, donde cada cosa está dispuesta según
el orden natural instituido por Dios y en el que cada alma reverbera,
contribuyendo a la elevación hasta las cúspides, cada vez más al cielo.
¿Estamos dispuestos a recomenzar con la misma determinación?
Recomencemos y no rompamos este hilo de oro que anticipa la victoria de la vida
naciente. Si estamos prontos en el corazón, lo estaremos siempre en la voluntad
de la acción conforme a la fe y a la inteligencia.
Per Mariam ad Iesum!
Francesca Bonadonna
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