"Los gobernantes de los pueblos, en el ejercicio de su poder, deben aplicarse a imitar el gobierno divino, deben inspirar su acción en la justicia santa con verdadera y profunda humildad"..."en la sumisión de la voluntad humana a la voluntad divina, esto es: en la aceptación de la ley moral y el derecho natural".
"Haciendo respetar las leyes, estableciendo óptimos ordenamientos jurídicos, sosteniendo los derechos de cada uno, [el gobernante] es el jefe que, más que una afirmación de la autoridad, cumple un acto de caridad hacia el prójimo: es un "servicio" que hace a los hombres con caridad pura, porque haciendo eso... lo hace por Dios. "
"Fortaleza y bondad son, en el sentido humano más hondo, en el sentido sobrenatural más alto, las cualidades esenciales que comprenden todas las otras virtudes". El hombre de gobierno debe tener una fuerte voluntad, que se derrama en la caridad perfecta, esto es: en la perfección de la justicia".
A menudo, en las epístolas dirigidas a varias potencias de la época, Santa Catalina usaba la expresión: "Sed hombres viriles".
"La actividad política refleja todas las deficiencias de carácter y todos los males morales de quien gobierna. Por ello el error político y la injusticia social se identifican con el pecado del individuo, con la vileza moral de aquel que debe administrar la justicia y gobernar el estado", pues por otro lado, los Estados no vienen a menos sino por los pecados y por nuestros defectos..."
Fragmentos seleccionados por Francesca Bonadonna
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