lunes, 3 de septiembre de 2012

EL COMPROMISO DE LA IV REVOLUCIÓN




                                                                                                             
Es el primer día de escuela y un niño, hijo de una familia acomodada, sin cimientos educativos y privada de valores de referencia, entra en el mundo. Una pelea entre compañeros de equipo y el pequeño regresa a casa con una herida, la herida de una inocencia que comienza a desvanecerse, contaminada por la incivilidad y la vulgaridad que hay en la escuela. Este niño ha crecido. Una decepción tras otra en el borde de una acera, y se ha construido con mentiras una falsa imagen hechura de las ideologías actuales.
                                     
En la puerta de al lado vive su compañero de juegos, educado, de familia buena y humilde. Este joven, expueso también a la vulgaridad y al compromiso fácil que destruye la infancia, a diferencia del otro, es capaz de nadar contra la corriente, no da la espalda, y atesora la sabiduría de su abuelo, que lo instruyó con la experiencia del padre y del soldado, en una batalla generacional contra el tirón ideológica entre las viejas y nuevas generaciones.

Hoy Mattia es un hombre fuerte, valiente que encuentra el ánimo en la misma batalla; ayudado por la fe en el Providencia y por las plegarias del abuelo que se fue al cielo, es un "pater familias" cariñoso, que da de sí mismo por la buena causa, en continuidad con una tradición que debe ser buscada y servida hasta el fin. 

¿Cuántas veces no se piensa soslayar y renegar de las verdades... por miedo a la crítica, a ser tachados de anticuados o por el riesgo a una exclusión?

Por miedo a las burlas y a la exclusión la joven que debía defender el valor de la virginidad con su testimonio renegó de su estado de perfecta castidad. 


La polémica del católico robustecida por las enseñanzas de la Iglesia, en vista de un bien mayor, se convierte en una gran oportunidad de apostolado, pero sin anclarnos en la verdad de la fe, queda una estéril toma de posición, destinada a esfumar en la beatería y en la ilusión de las modas corrientes.

Santa Catalina de Siena decía: "Si fuerais lo que tenéis que ser, prenderiais fuego a todo el mundo" (Epistolario, 368)

En América un grupo de jóvenes universitarios, desde hace tiempo, anima una campaña a favor de la virginidad y la castidad prematrimonial; en Italia está prohibido prohibir, una corriente revolucionaria que viene del 68 sigue reptando como una serpiente, propalando la corrupción.


                                                                                                              
La IV Revolución es el fruto de las tres revoluciones antecedentes, previstas por Plinio Corrêa de Oliveira en los renglones de su magistral obra "Revolución y Contra-Revolución". En su último estudio, explica un fenómeno social de decadencia, ocurrido en la transformación progresiva de ideologías, entornos y costumbres, pertenecientes a los muchas épocas históricas. Un análisis ponderado que se coloca perfectamente en el cuadro social de las profecías de Fatima.



La IV Revolución, movida por la enemistad entre la Mujer y la Serpiente, entre el ejército de María, con la Contra-Revolución y los seguidores de Satanás, se insinúa bajo la apariencia de extravagancias mundanas "originales, transgresivos e inconformistas" manifiestos en el arte, en la música, en el cine, y por consiguiente en los entornos (club, círculos y demás).

¿Hoy quién no tiene un símbolo, un tatuaje, un piercing o una melena de las particulares tendencias tribales? Alteradas las costumbres y las mentalidades a nivel mediático, atraídos por el espíritu de la división que aúna y dialoga con el compromiso, jóvenes y adultos son fagocitados por la masa según la lógica tribal, un virus que induce a la rebelión y a la negación de lo bueno, de lo verdadero, de lo hermoso, en una visión alterada de la vida. No se trata de una casualidad, sino de una manipulación psicológica ideada con ingenio diabólico por los autores de la Revolución.

Del libro del Apocalipsis: 

"Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas. Apareció en el cielo otra señal, y vi un gran dragón rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre las cabezas siete coronas. Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón y el peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo o Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados".



Francesca Bonadonna

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