Yo, estudiante sin fe, os explico la ignorancia de estas palabras
publicada en Papa Benedetto XVI el día Martes 25 septiembre de 2012 a las 15.49 horas
Es la hora de la cena cuando escucho decir en el telediario: "Creo que la enseñanza de la religión en la escuela concebida como hoy lo es no tiene mucho sentido. Probablemente esa hora lectiva debiera ser adaptada, podría convertirse en un curso de historia de las religiones o de ética". Son palabras de Francesco Profume, pronunciadas la tarde del pasado viernes, en la fiesta de "Izquierda, ecología y libertad", basando su razonamiento sobre un dato preciso: "En nuestras aulas el porcentaje de alumnos extranjeros de religión no-católica es, por lo frecuente, el 30%". De aquí la conclusión: "Sería mejor adaptar la hora de religión transformándola en un curso de historia de las religiones o de ética".
Me quedo perplejo de repente, no tanto por la idea del gran prostíbulo de las religiones, sino por que se ha hablado de ética. Me pregunto, en una sociedad multiétnica y pluralista, permeada profundamente por aquel relativismo que quita el sueño al Papa, quién tendrá el atrevimiento de fijar la "justa" ética válida a nivel universal. El ministro la establecerá, ciertamente, ya que en dos milenios ni filósofos ni políticos ni curas han logrado convencer al mundo.
Después me detengo en las razones que motivan la propuesta, reflexiono por unos minutos; la perplejidad cede el paso a la amargura: he terminado los estudios del Bachillerato clásico hace poco, friso la veintena, no tengo ni siquiera el don de la fe, pero tengo el deber de contestar, en el plano jurídico y cultural, a cuanto ha afirmado un Ministro de Educación de mi República.
1) 'DESPARRAME JURÍDICO'
Si Profumo conociese el Derecho, no habría incurrido en tan craso error de interpretación como cuando habla del anacronismo de la hora de Religión Católica. De hecho, el Acuerdo de Villa Madama del año 1984, que revisa los Pactos Lateranenses de 1929 firmados entre la Santa Sede y el Reino de Italia, en el artículo 9.2 establece:
1) 'DESPARRAME JURÍDICO'
Si Profumo conociese el Derecho, no habría incurrido en tan craso error de interpretación como cuando habla del anacronismo de la hora de Religión Católica. De hecho, el Acuerdo de Villa Madama del año 1984, que revisa los Pactos Lateranenses de 1929 firmados entre la Santa Sede y el Reino de Italia, en el artículo 9.2 establece:
“El Estado, reconociendo el valor de la cultura religiosa y teniendo en cuenta que los principios del catolicismo forman parte del patrimonio histórico del pueblo italiano, continuará y asegurará la enseñanza de la religión católica en la escuela pública".
Aquí está el punto: la religión católica se enseña en la escuela no como hora de adoctrinamiento o de catequesis, sino para ayudar a comprender un componente cultural de nuestra historia y de nuestra sociedad. Con mayor razón, si se quiere favorecer la integración de estudiantes de etnias y credos diferentes, lo justo será tutelar esta asignatura. He aquí por qué no vale la excusa de los alumnos extranjeros. No vale porque la cultura de un país prevalece, independientemente del credo de quien tenga que comprenderla sentado en los pupitres. Viene a colación lo que el entonces cardenal Joseph Ratzinger afirmó, cuando escribió:
"Occidente tiene un odio a sí mismo que es extraño y que no puede considerarse sino como algo patológico; Occidente intenta, eso sí, de manera loable, abrirse plenamente a la comprensión de los valores externos, pero no se quiere a sí mismo; de su historia ve ahora solamente lo que es deplorable y destructivo, mientras no es capaz ya de percibir lo que es grande y puro. Europa necesita un nueva -ciertamente que crítica y humilde- aceptación de sí misma, si es que quiere sobrevivir verdaderamente. La multiculturalidad, que continuamente y con pasión viene siendo incentivada y favorecida es a veces, ante todo, abandono y renegación de lo que es propio, evasión de las cosas propias. Pero la multiculturalidad no puede existir sin bases comunes, sin puntos de orientación ofrecidos por los valores propios."
2) 'BARBARIDAD CULTURAL'
Si está claro que Profumo no conoce los fundamentos de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, hasta el extremo de considerarlo catequesis parroquial, y por lo tanto no apto para quienes no pertenecen a la Iglesia de Roma, demuestra un sobrecogedor vacío cultural, imperdonable en el caso de un ministro de la Educación. Sí, porque ya en las columnas de "L'Espresso" (10 de septiembre de 1989), el célebre escritor Umberto Eco, ateo, se preguntaba: "¿Por qué los jóvenes deben saber todo lo que respecta a los dioses de Homero y tan poquito de Moisés? ¿Por qué deben conocer la "Divina Comedia" y no el "Cantar de los Cantares" (porque sin Salomón tampoco se comprende a Dante)? En fin, es legítimo y fecundo afirmar que el Biblia tiene de por sí su derecho, como código cultural, tal como lo es Platón, lo es Aristóteles, Kant o la Ilustración." Viene citado Immanuel Kant, el mismo filósofo que afirma: "El Evangelio es la fuente de la que ha emanado nuestra civilización", casi haciendo eco al gran escritor Johann Wolfgang, cuando dice: "El cristianismo es la lengua vernácula de Europa".
He aquí una razón: a la cronología sirve de calendario, hecho elaborar por Gregorio XIII según el año del Señor -el año del nacimiento de Cristo- para ordenar los acontecimientos históricos universales. Hay una razón también que encontramos en nuestra literatura; autores fuertemente espirituales como Francesco Petrarca, Torcuato Tasso, Dante Alighieri o Alessandro Manzoni... Y es que las dos únicas obras cuya lectura es obligatoria en nuestro bachillerato -esto es: la "Divina Comedia" y "Los novios"- son la primera una de las expresiones más altas y fantásticas de la teología medieval y la segunda la novela del Providencia.
Querido ministro, usted me reduce el Catolicismo a hecho puramente confesional, y al mismo tiempo me pide estudiar a Manzoni, que escribe en 'Observaciones sobre la moral católica': "Todo se explica con el Evangelio, todo lo confirma el Evangelio."
Mejor será que no recurra a Vittorino de Feltre o a Pico de la Mirandola: se asustaría. Ni vengo a recordarle las conclusiones de escritores del rango de Fedor Dostoyevski o Lev Tolstoi: los confundiría con místicos delirantes.
¿Entiende, por lo tanto, Excelencia, mi dilema entre prestarle oídos a usted o a los autores que me pide que estudie? Son dramas, ayúdeme, porque también me confunden las ideas del pintor Marc Chagall, cuando confiesa: "Las páginas de la Biblia son el alfabeto pintado en que por siglos los pintores han mojado su pincel". Miro a mi alrededor y, sin demasiado problema, me parece que cúpulas y campanarios dominan altaneramente todas las ciudades europeas y que la gran mayoría de las obras maestras artísticas del viejo continente remiten al cristianismo y a sus protagonistas. No tiene nada de extraño, pues, que las dos esculturas más célebres del mundo sean el bíblico Rey David y la Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel.
[...]
He aquí por qué hoy nos toca no sólo defender la hora de religión católica de ministros que han perdido el sentido de la historia, sino que también reclamamos una digna y auténtica enseñanza. En nombre de nuestra misma identidad porque, como advierte el poeta Thomas Stearns Eliot, Premio Nobel de Literatura: "Un ciudadano europeo puede creer que el cristianismo no sea verdad, pero sin embargo lo que dice y hace mana de la cultura cristiana de la cual es heredero. Sin el cristianismo no hubiera habido ni un Voltaire ni un Nietzsche. Si el cristianismo se va, también se va nuestra cultura, se va nuestro mismo rostro."
de Giacomo Diana
de Giacomo Diana